Autor : SERGIO GARCÍA SORIANO
1 de Octubre de 2016 en la Sede del Ateneo Escurialense
Sergio García Soriano, se estrena con su primer libro de poemas con luminosa y colorida portada donde dice: “Lluvia de verano”. Sabedora de que Sergio posee amigos tanto como conocidos en el mundo de las letras, la Poesía, como de la Psicología o Periodismo, incluso la Radio, quedo perpleja ante la petición o quizás la orden: -¡Isabel, tengo un libro y quiero que me lo presentes en el Ateneo¡- Ah, bien –contesto- pero tráemelo. Digamos que acepto de buen grado porque ya conocía parte de su poesía inédita y esperaba que algún día diese el gran salto, ese que tanto nos asusta pero que tanto deseamos y por eso nos gusta dejarlo en buenas manos.
El autor divide el poemario en tres partes: I: HA LLEGADO EL TIEMPO DEL ÉBANO, II: INVENTEMOS EL TIEMPO Y III: ÁLAMOS Y LEJANÍA, aunque todo él, diríamos lleva un hilo conductor: la existencia, la vida, la creación con su valle de lágrimas, tristezas, nostalgias, gritos, preguntas sin respuesta, esperanza perdida, tiempo de ébano entre brumas, luz de luna, esa voz que requiere el poeta y lo hace a la misma Poesía para ensordecer a la pena y a la avaricia. Sueños, Morfeo; Sergio es un autor que sueña quizás tanto los sueños dormidos como los despiertos, Morfeo aparece en sus versos y no le importaría abrasarse de nuevo por la entrega del fuego prometeico. Las ciegas estrellas, las puertas del sueño. Memoria: ascuas de oscuridad, dice, en “Oda al olvido”, siendo así que necesitamos los recuerdos para hilvanar la historia, nuestra historia, para ser más sabios, para no ser únicamente un arbusto (Ah, ya no quiero ser/ una arboleda seca, un ánfora vacía)I.Díez, y siente una punzada de esperanza en “Tierra extraña” donde sus adentros sienten como lepra en la Tierra del Hombre.
Existencia desbaratada, presume, pero en ese caminar a punto de naufragio aún puede salvarse. Y entonces se pregunta qué haría él en este mundo cuando las confusiones le asolan y, sabe que ha llegado hasta aquí y que aún hay mucho camino por andar.
Hermoso poema: “Tienes el mar de los atributos” amoroso, erótico como no es la primera vez que hemos escuchado la poesía de Sergio García y de esta forma nos adentra en los senderos del amor, donde nos sorprende con “rotos los ojos por tanta claridad” o “las prendas sabor limón/ con espigas de fresa”, “Un ojo verdea entre pieles sin perfumes”… Y es en este capítulo del amor donde vemos a Sergio con mayor coherencia pero con las figuras poéticas justas y necesarias, imágenes acertadas, léxico, vocablos que aumentan el valor de lo expuesto ya que de Poesía estamos hablando.
Hemos de notar que Sergio García Soriano ya en el primer poemario que hoy nos ocupa se nos muestra como un poeta cósmico atendiendo a las Leyes de la Creatividad que enuncia el Protoidioma descubierto ya hace cincuenta años por el psicoanalista del lenguaje poético Fredo Arias de la Canal y, esto es bueno, nos enseña Arias de la Canal porque el poeta toma del inconsciente colectivo ciertas palabras que le son reveladas y que están ahí para todos pero que sin embargo solo el buen poeta tiene acceso a ellas porque de alguna forma, en este teatro de la vida, mientras escribe, está actuando de “médium” como también Sócrates ya apuntara, aunque ni siquiera fuese esa su intención o llegara a darse cuenta de ello; Platón: “Los poetas –los buenos- especifica- son éntehoi”, es decir tienen un dios dentro y por eso, la verdadera inspiración contribuye a sacar a la luz aspectos de la existencia que pasan desapercibidos en el fluir cotidiano. Veamos estas tres Leyes de la Creatividad:
Primera Ley:
Los arquetipos que concibe el poeta durante sus sueños o estados de posesión provienen de su propio inconsciente o paleocortex cerebral y se hacen conscientes al percibir, escribir o recordarlos.
Segunda Ley:
Todo poeta es un ser que simboliza sus traumas orales con arquetipos pertenecientes al inconsciente colectivo, del cual su propio inconsciente es parte integrante.
Tercera Ley:
Todo poeta concibe en menor o mayor grado arquetipos cósmicos: cuerpos celestes asociados principalmente a los símbolos: ojo, fuego y piedra y secundariamente a otros arquetipos de origen oral-traumáticos.
Versos como: “la nieve y tus ojos”, “estrella lejana”, “lluvia azul”, “fósforos apagados”, “estrella de amianto” “traspasar el Universo”, “sus crines enlutadas en sangre”, “punzadas de esperanza”, “una estrella serpentea nuestras bocas” y más adelante ya en la tercera parte del poemario de “ lluvia de verano”: Piedras / callados jardines petrificados”. Todos estos versos y muchos más conforman los arquetipos dentro de la Poesía Cósmica y me atrevería a decir Oral traumática.
Veamos en: “Candados humanos”, como nos va adentrando en el misterio:
Tan cercanas estaban esas cabelleras…
Germinaban voces como arroyos…
Ahora, esos estambres en los ojos
que tanto amé
se han convertido en candados humanos
que dan sombra a mi caminar,
que su ternura se ha sumergido en las turbulencias.
Sobre barca del pantano,
suena un rumor de pájaros desolados…
¡Sonámbulos arcángeles, custodiad el corazón del mundo
sólo ustedes pueden hacer jirones de los arcanos indemnes!
Y el autor se pregunta: “¿Y si el ser humano tiene tanto miedo a la libertad como a su propio arte? ¿Y si la libertad fuesen retazos/ de música, de versos, de lienzos/ encima de una mesa camilla?” Duda y de nuevo vuelve a la tristeza de las preguntas ciegas, las respuestas a medias ¡…sin noticias de Dios!. Para finalizar, otra de de los aspectos a destacar y que hemos de agradecer a Sergio García en esta primera entrega poética es su amor a la naturaleza que satura las páginas mas nunca sobra ya que ésta fue testigo de su asombro, de su luz primera en Santa María de la Alameda, hermoso pueblo de la serranía madrileña que nos llena de colorido, de aromas, para bien de los ojos, del espíritu.
Misterio, misticismo, naturaleza, conocimiento y revelación, quizás profecía, es lo que nos ofrece Sergio, preguntas con necesidad de respuesta que quizás él mismo algún día pueda darnos. Arropamos esta “Lluvia de verano” para que continúe su andadura en un cálido otoño o gélida primavera. Y sobre todo ¡Qué Dios le responda, le acompañe y… le dé la palabra!
Isabel Díez Serrano
“Vasconcelos 2015”